Según el reportaje de Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, los reclutadores se presentan como trabajadores de universidades, ofreciendo salarios elevados a cambio de su participación en la producción de esta droga sintética.
La estrategia del cártel busca la síntesis de precursores químicos en territorio mexicano, evitando la necesidad de importarlos desde China.
Este enfoque comenzó durante la pandemia, cuando las restricciones dificultaron el acceso a estos componentes esenciales. Las fuentes consultadas incluyen cocineros de fentanilo, estudiantes de química, agentes de seguridad y un reclutador, quienes describen el proceso de captación y las tareas asignadas a los estudiantes.
El reporte destaca que los estudiantes sobresalientes son analizados para determinar su potencial dentro de la organización. Aquellos que aceptan son entrenados para mejorar la fórmula del fentanilo o sintetizar precursores, mientras que otros asisten en la supervisión y producción de la droga.
Esta nueva fase podría aumentar el control del cártel sobre una de las sustancias más peligrosas del mercado.
La investigación también señala que algunos docentes han recibido preguntas inusuales por parte de sus alumnos sobre la producción de drogas sintéticas, lo que refleja la creciente infiltración del crimen organizado en el ámbito académico. Un maestro, bajo anonimato, confesó haber sido cuestionado en clase sobre cuándo aprenderían a fabricar estas sustancias.
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